ESTRUCTURA DE LA PLACENTA
ESTRUCTURA DE LA PLACENTA
Al inicio del cuarto mes (final de la semana 12) la placenta tiene dos
componentes: (1) una porción fetal, formada por el corion frondoso, y (2) una
porción materna, formada por la decidua basal (Fig. 8-10 B). En el lado fetal la
placenta está limitada por la placa coriónica (Fig. 8-13); en el lado materno está
limitada por la decidua basal, de la que la placa decidual tiene una
incorporación más íntima a la placenta. En la zona de unión, células del
trofoblasto y deciduales se entremezclan. Esta zona, que se caracteriza por
células deciduales y sincitiales gigantes, es rica en material extracelular amorfo.
Para este momento la mayor parte de las células del citotrofoblasto se ha
degenerado. Entre la placa coriónica y la decidual se ubican los espacios
intervellosos, que están ocupados por sangre materna. Derivan de las lagunas del
sincitiotrofoblasto y están cubiertos por sincitio de origen fetal. Las vellosidades
arbóreas crecen hacia el interior de las lagunas hemáticas intervellosas (Figs. 8-8
y 8-13).
Durante el cuarto y quinto meses la decidua forma varios tabiques
deciduales, que se proyectan hacia el interior de los espacios intervellosos, pero
no alcanzan la placa coriónica (Fig. 8-13). Estos tabiques tienen un núcleo de
tejido materno, pero su superficie está cubierta por una capa de células
sincitiales, de tal modo que siempre existe una capa de estas células que separa
la sangre materna en las lagunas intervellosas del tejido fetal de las vellosidades.
Como consecuencia de la formación de estos tabiques, la placenta queda
dividida en varios compartimientos o cotiledones (Fig. 8-14). Debido a que los
tabiques de la decidua no alcanzan la placa coriónica se mantiene el contacto
entre los espacios intervellosos en los distintos cotiledones.
Como consecuencia del crecimiento continuo del feto y la expansión del
útero, la placenta también crece. El aumento de su área de superficie casi es
paralelo al del útero en expansión, y durante el embarazo cubre alrededor de 15
a 30% de la superficie interna del útero. El incremento del grosor de la placenta
es producto de la arborización de las vellosidades existentes y no se debe a una
penetración adicional de la estructura en los tejidos maternos.
Placenta a término
Al término, la placenta tiene configuración discoide y un diámetro de 15 a 25
cm, con cerca de 3 cm de grosor, y pesa entre 500 y 600 g. Tras el parto se
desprende de la pared uterina y, alrededor de 30 min después del nacimiento del
feto es expulsada de la cavidad uterina junto con las membranas fetales
(alumbramiento). Cuando se observa la cara materna de la placenta pueden
reconocerse con claridad entre 15 y 20 regiones ligeramente abultadas, los
cotiledones, cubiertos por una capa delgada de decidua basal (Fig. 8-14B). Entre
los cotiledones existen surcos formados por los tabiques deciduales.
La cara fetal de la placenta está cubierta en su totalidad por la placa
coriónica. Varias arterias y venas de gran calibre, los vasos coriónicos,
convergen hacia el cordón umbilical (Fig. 8-14A). El corion, a su vez, está
cubierto por el amnios. El sitio de fijación del cordón umbilical suele ser
excéntrico y en ocasiones incluso marginal. Sin embargo, con poca frecuencia se
inserta en las membranas coriónicas fuera de la placenta (inserción
velamentosa).
Circulación placentaria
La sangre materna llega a los cotiledones por 80 a 100 arterias espirales que
perforan la placa decidual e ingresan a los espacios intervellosos a intervalos
más o menos regulares (Fig. 8-13). La presión en estas arterias impulsa la sangre
hasta sitios profundos de los espacios intervellosos y baña a las numerosas
vellosidades pequeñas del árbol velloso con sangre oxigenada. Al tiempo que la
presión disminuye, la sangre vuelve a fluir de la placa coriónica hacia la
decidua, sitio en que ingresa a las venas endometriales (Fig. 8-13). Así, la sangre
de las lagunas intervellosas regresa a la circulación materna por las venas
endometriales.
En conjunto, los espacios intervellosos de una placenta madura alojan
alrededor de 150 mL de sangre, que se recambia alrededor de tres o cuatro veces
por minuto. Esta sangre se desplaza siguiendo las vellosidades coriónicas, que
tienen un área de superficie de 4 a 14 m². A pesar de esto, el intercambio
placentario no tiene lugar en todas las vellosidades, sino sólo en aquéllas cuyos
vasos sanguíneos fetales están en contacto íntimo con la membrana sincitial que
los cubre. En estas vellosidades el sincitio a menudo tiene un borde en cepillo
constituido por microvellosidades numerosas, que incrementan en gran medida
el área de superficie y, en consecuencia, la velocidad de intercambio entre la
circulación materna y la fetal (Fig. 8-8 D). La membrana placentaria, que
separa la sangre materna de la fetal, al inicio está compuesta por cuatro capas:
(1) la cubierta endotelial de los vasos sanguíneos fetales, (2) el tejido conectivo
en el núcleo de la vellosidad, (3) la capa citotrofoblástica, y (4) el sincitio (Fig.
8-8 C). A partir del cuarto mes la membrana placentaria se adelgaza debido a
que la cubierta endotelial de los vasos entra en contacto íntimo con la membrana
sincitial, lo que eleva en gran medida la velocidad de intercambio (Fig. 8-8 D).
En ocasiones denominada barrera placentaria, la membrana placentaria no es
una barrera verdadera, ya que muchas sustancias la atraviesan con libertad.
Puesto que la sangre materna en los espacios intervellosos está separada de la
sangre fetal por un derivado coriónico, la placenta humana se considera de tipo
hemocorial. Normalmente, no existe mezcla de la sangre materna con la fetal.
Sin embargo, cifras bajas de células hemáticas fetales en ocasiones escapan por
defectos microscópicos de la membrana placentaria.
Función placentaria
Las funciones principales de la placenta son (1) intercambio de productos
metabólicos y gases entre el torrente sanguíneo de la madre y el feto, y (2)
producción de hormonas.
Intercambio de gases
El intercambio de gases—como oxígeno, dióxido de carbono y monóxido de
carbono—se logra mediante difusión simple. Al término, el feto extrae entre 20
y 30 mL de oxígeno por minuto a partir de la circulación materna, e incluso una
interrupción breve de la provisión de oxígeno resulta letal para el feto. El flujo
de sangre placentaria es fundamental para la provisión de oxígeno, toda vez que
la cantidad de oxígeno que llega al feto depende de su aporte, no de su difusión.
Intercambio de nutrientes y electrolitos
El intercambio de nutrientes y electrolitos, como aminoácidos, ácidos grasos
libres, carbohidratos y vitaminas, es rápido y se incrementa al tiempo que avanza
el embarazo.
Transferencia de anticuerpos maternos
La competencia inmunológica comienza a desarrollarse en una fase tardía del
primer trimestre, momento en que el feto sintetiza todos los componentes del
complemento. Las inmunoglobulinas corresponden casi en su totalidad a
inmunoglobulina G (IgG) materna, que comienza a transferirse de la madre al
feto alrededor de las 14 semanas. De este modo, el feto adquiere inmunidad
pasiva contra distintas enfermedades infecciosas. Los neonatos comienzan a
sintetizar su propia IgG, pero no alcanzan las concentraciones del adulto sino
hasta los 3 años de edad.
Producción de hormonas
Al final del cuarto mes la placenta sintetiza progesterona en cantidades
suficientes para mantener el embarazo si el cuerpo lúteo es eliminado o no
funciona en forma apropiada. Con toda probabilidad, las hormonas se sintetizan
en el sincitiotrofoblasto. Además de progesterona, la placenta produce
cantidades crecientes de hormonas estrogénicas, entre las que predomina el
estriol, hasta justo antes del final del embarazo, en que se alcanza el nivel
máximo. Estos niveles altos de estrógenos estimulan el crecimiento uterino y el
desarrollo de las glándulas mamarias.
Durante los primeros 2 meses del embarazo el sincitiotrofoblasto también
produce gonadotropina coriónica humana (hCG), que mantiene al cuerpo
lúteo. Esta hormona es excretada por la madre en la orina, y en las fases
tempranas de la gestación su presencia se aprovecha como indicador del
embarazo. Otra hormona que sintetiza la placenta es la somatomamotropina
(antes denominada lactógeno placentario). Es una sustancia similar a la
hormona del crecimiento que da al feto prioridad para utilizar la glucosa de la
sangre materna, y determina en la madre un estado de algún modo
diabetogénico. También promueve el desarrollo mamario para la producción
láctea.
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