Al tiempo que el embrión crece y se pliega en dirección cefalocaudal,
también lo hace en sentido lateral (Fig. 3-5). Como consecuencia, las regiones
media y caudal de los dos primordios cardiacos se fusionan, excepto en su
extremo más caudal (Fig. 13-6). De manera simultánea la región central, curva y
cefálica del tubo con forma de herradura se dilata para constituir el tracto de
salida futuro y las regiones ventriculares. Así, el corazón se convierte en un tubo
dilatado continuo, constituido por un revestimiento endotelial interno y una capa
miocárdica externa (Fig. 13-5 C). Recibe el drenaje venoso en su polo caudal y
comienza a bombear sangre desde el primer arco aórtico hacia la aorta dorsal en
su polo craneal (Figs. 13-6 y 13-7).
El tubo cardiaco en desarrollo se abulta cada vez más en dirección de la
cavidad pericárdica. No obstante, al inicio permanece unido a la región dorsal de
la cavidad pericárdica por medio de un pliegue de tejido mesodérmico, el
mesocardio dorsal, que deriva del CCS (Fig. 13-5 C; Fig. 13-16 A, p. 190). En
ningún momento existe mesocardio ventral. Al continuar el desarrollo, la región
media del mesocardio dorsal se degenera y da origen al seno pericárdico
transverso, que conecta ambos lados de la cavidad pericárdica. El corazón
queda entonces suspendido en esa cavidad por medio de los vasos sanguíneos en
sus extremos craneal y caudal (Fig. 13-7 D).
Mientras estos eventos ocurren, el miocardio se engrosa y secreta una capa
de matriz extracelular rica en ácido hialurónico denominada gelatina cardiaca,
que lo separa del endotelio (Fig. 13-5 C; Fig. 13-15, p. 189). Además, la
formación del órgano proepicárdico ocurre en células mesenquimatosas
ubicadas en el borde caudal del mesocardio dorsal. Las células de esta estructura
proliferan y migran sobre la superficie del miocardio para constituir la capa
epicárdica (epicardio) del corazón. Así, el tubo cardiaco queda constituido por
tres capas: (1) el endocardio, que forma el revestimiento endotelial interno del
corazón; (2) el miocardio, que constituye la pared muscular, y (3) el epicardio
o pericardio visceral, que cubre el exterior del tubo. Esta capa externa es
responsable de la formación de las arterias coronarias; tanto de su capa
endotelial como de la capa del músculo liso.
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