Formación de la Notocorda
Al invaginarse las células que formarán la notocorda, las células
prenotocordales a través del nodo primitivo se desplazan en dirección craneal
por la línea media hasta alcanzar la placa precordal (Fig. 5-3). Estas células
prenotocordales se intercalan en el hipoblasto, de tal modo que por un periodo
breve la línea media del embrión está constituida por dos capas celulares que
forman la placa notocordal (Fig. 5-3 B). Al tiempo que el hipoblasto es
sustituido por células del endodermo que se invaginaron a través de la línea
primitiva, las células de la placa notocordal proliferan y se desprenden del
endodermo. Establecen entonces un cordón sólido de células, la notocorda
definitiva (Fig. 5-3 C), que subyace al tubo neural y es el centro de señalización
para la inducción del esqueleto axial. Debido a que la elongación de la notocorda
es un proceso dinámico, primero se forma el extremo craneal y se agregan
regiones caudales al tiempo que la posición de la línea primitiva se desplaza en
esa misma dirección. Las células de la notocorda y prenotocordales se extienden
en sentido craneal hacia la placa precordal (una zona ubicada justo en un sitio
caudal a la membrana orofaríngea) y en dirección caudal hacia la foseta
primitiva. En el punto en que la foseta produce una muesca en el epiblasto, el
conducto neuroentérico conecta temporalmente las cavidades amniótica y del
saco vitelino (Fig. 5-3 A).
La membrana cloacal se forma en el extremo caudal del disco embrionario
(Fig. 5-2 A). Esta membrana, cuya estructura es similar a la de la membrana
orofaríngea, está conformada por células ectodérmicas y endodérmicas en unión
estrecha, sin que exista mesodermo. Cuando se establece la membrana cloacal,
la pared posterior del saco vitelino forma un divertículo pequeño que se extiende
hacia el interior del pedículo de fijación. Este divertículo, el divertículo
alantoentérico o alantoides, aparece alrededor del día 16 del desarrollo (Fig. 5-
3 A). Si bien en algunos vertebrados inferiores el alantoides funge como
reservorio para los productos de excreción del sistema renal, en el humano
persiste en estado rudimentario, no obstante puede estar implicado en anomalías
del desarrollo vesical (v. el Cap. 16, p. 263).
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