MEMBRANAS FETALES Y PLACENTA
La placenta es el órgano que facilita el intercambio de nutrientes y gases entre
los compartimientos materno y fetal. Al tiempo que inicia la novena semana del
desarrollo se incrementan las demandas fetales de nutrientes y otros factores, lo
que induce cambios importantes en la placenta. El más importante entre estos es
el incremento del área de superficie entre los componentes maternos y fetales
para facilitar el intercambio. La disposición de las membranas fetales también se
modifica al tiempo que aumenta la producción de líquido amniótico.
Cambios en el trofoblasto
El componente fetal de la placenta deriva del trofoblasto y del mesodermo
extraembrionario (corion); el componente materno deriva del endometrio
uterino. Al inicio del segundo mes el trofoblasto se caracteriza por un gran
número de vellosidades secundarias y terciarias, que determinan su aspecto
radial (Fig. 8-7). Las vellosidades de anclaje se extienden desde el mesodermo
de la placa coriónica hasta la cápsula citotrofoblástica. La superficie de las
vellosidades está formada por el sincitio, que se localiza sobre una capa de
células citotrofoblásticas, que a su vez cubren un núcleo de mesodermo
vascularizado (Fig. 8-8 A, C). El sistema capilar que se desarrolla en el núcleo
de los troncos de la vellosidad entran pronto en contacto con los capilares de la
placa coriónica y el pedículo de fijación, lo que da origen al sistema vascular
extrembrionario.
La sangre materna llega a la placenta por las arterias espirales del útero. La
erosión de estos vasos sanguíneos maternos para liberar la sangre hacia los
espacios intervellosos (Figs. 8-7 y 8-8) se logra mediante la invasión
endovascular de las células citotrofoblásticas. Estas células, liberadas de los
extremos de las vellosidades de anclaje (Figs. 8-7 y 8-8), invaden los extremos
terminales de las arterias espirales, donde sustituyen a las células del endotelio
materno en las paredes de los vasos sanguíneos, creando vasos híbridos que
contienen células tanto fetales como maternas. Para llevar a cabo este proceso,
las células del citotrofoblasto sufren una transición epitelioendotelial. La
invasión de las arterias espirales, por las células del citotrofoblasto, transforma a
estos vasos de pequeño calibre y con resistencia elevada en estructuras de mayor
diámetro y resistencia baja, que pueden aportar mayores cantidades de sangre
materna a los espacios intervellosos (Figs. 8-7 y 8-8).
En los meses siguientes se desarrollan a partir de las vellosidades troncales
extensiones pequeñas numerosas y se extienden a manera de vellosidades libres
hacia los espacios lacunares o intervellosos circundantes. Al inicio estas
vellosidades libres recién formadas son primitivas (Fig. 8-8 C), pero para el
inicio del cuarto mes desaparecen las células del citotrofoblasto y algunas del
tejido conectivo. El sincitio y la pared endotelial de los vasos sanguíneos son
entonces las únicas capas que separan a las circulaciones materna y fetal (Fig. 8-
8 B, D). A menudo el sincitio se adelgaza en gran medida, y trozos grandes que
contienen varios núcleos pueden desprenderse dentro de las lagunas de sangre
intervellosas. Estos trozos, conocidos como nudos sincitiales, ingresan a la
circulación materna y suelen degradarse sin generar síntomas. La desaparición
de células citotrofoblásticas avanza de las vellosidades más pequeñas a las de
mayor tamaño, y si bien siempre persisten algunas en las vellosidades grandes
que no participan en el intercambio entre las dos circulaciones.
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